jueves, 19 de abril de 2012

El surco nasolabial: ese gran desconocido

Somos dueños de nuestros silencios
y esclavos de nuestras palabras

- Mahatma Gandhi

El que Sabe, no habla
El que habla, no Sabe

- Lao Tsé


Cuentan las abuelas que el surco nasolabial -esa hendidura que va desde la nariz al labio superior con la que todos nacemos-, es el molde perfecto para poner allí nuestro dedo índice, en recuerdo del sabio Silencio del cual procedemos antes de salir del útero materno (antes, en realidad, de ser ni tan siquiera concebidos).



Según crecemos y nos hacemos adultos, olvidamos el valor y el significado de ese Silencio. En la Naturaleza, nada "habla" (con palabras...). Sin embargo a nosotros, los seres humanos (esas bellas y extrañas criaturas...), nos encanta hablar. Conceptualizamos y ponemos en palabras la realidad que nos rodea y la que surge desde el fondo de nuestras mentes. Y al hablar en exceso, comenzamos a levantar barreras entre nosotros y esa misma realidad, oscurecemos el brillo de algo que de por sí es Sagrado.

Si hay algo que sobra en este mundo, es ruido. Por eso, la próxima vez que sientan el impulso de opinar sin un motivo de peso, de criticar a las espaldas de otros, de demostrar lo mucho que saben sobre un tema en particular, o de evadir "incómodos silencios" con un comentario superficial, embarazoso o inoportuno (del que probablemente segundos después se arrepientan), recuerden que inmediatamente por encima de sus bocas tienen un surco nasolabial. Ese órgano con el que la Gran Naturaleza nos ha dotado y que está siempre esperando, muda y pacientemente, a que nos acordemos de utilizarlo.


(A Noemí E., en agradecimiento por su Sabiduría e inspiración)

martes, 3 de abril de 2012

Recibimos Señales a cada paso

(relato basado en un hecho real)

Una amiga mía se encontraba en pie, esperando en el corredor de un hospital, aguardando a que llegara la hora de visitar a su prima, convaleciente de una reciente operación. Mientras caminaba inquieta y sin rumbo por el pasillo, dejando correr los minutos, se fijó en un pequeño cartel institucional, pegado junto a la puerta del ascensor, que conmemoraba los 30 años de funcionamiento del centro médico. El texto finalizaba citando una frase, de autor desconocido, que decía así:

"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar,
pero el mar sería menos si le faltara una gota".

Sonrió sin dejar de mirar la frase por unos instantes, pues su propia visión personal sobre el poder que cada uno de nosotros tenemos para mejorar el mundo, coincidía exactamente con lo que expresaba la frase.



Unas horas más tarde, después de salir del hospital, regresó a su casa y se puso a leer un libro sobre la Madre Teresa de Calcuta que alguien le había prestado días antes. Al llegar a una de las páginas del pliego fotográfico que incluía el libro, se encontró con una bella imagen de la Madre rotulado con la siguiente afirmación:

"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar,
pero el mar sería menos si le faltara una gota".

Quien tenga oídos, que oiga...